La Irónica Historia de la Tecnología

Un viaje desde la rueda hasta el clic sin sentido

ZubIronico
junio 20, 2025

Ah, la tecnología, esa amante caprichosa que nos ha acompañado desde que un neandertal decidió que golpear piedras era una buena idea. A lo largo de los siglos, hemos pasado de inventos cruciales como la rueda a obsesionarnos con el último modelo de smartphone que, paradójicamente, nos acerca al mundo mientras nos aleja de la vida real.

En el contexto de la educación, la tecnología fue prometida como la gran salvadora. ¡Oh, qué ingenuos fuimos! Se nos vendió la idea de un futuro donde los estudiantes aprenderían con hologramas y robots, pero la realidad es que siguen luchando con PDFs mal escaneados. La pregunta es: ¿hemos avanzado realmente o solo hemos cambiado de distracción?

Si hiciéramos una audición para el papel de “mejor invento”, la computadora personal seguramente se llevaría el Oscar. No obstante, ¿qué diría el narrador de esta historia? Probablemente, con sarcasmo, señalaría que esta herramienta de productividad se ha convertido en el altar donde sacrificamos nuestras horas en redes sociales y series interminables.

La inversión en tecnología es otro cuento. Como buenos feligreses de la economía del consumo, gastamos fortunas en dispositivos que prometen la vida perfecta. Sin embargo, ¿qué nos queda al final del día? Una batería agotada y una sensación de vacío que ni el último modelo de teléfono puede llenar. ¿Y la pregunta del millón? ¿Estamos más felices ahora o solo más conectados?

En este panorama, Argentina no se queda atrás. Con un clima económico más volátil que el clima real, el país ha visto nacer y morir startups como si fueran flores de un día. Sin embargo, entre tanto caos, surge la creatividad como un acto de resistencia, porque cuando la realidad es absurda, el ingenio se vuelve una necesidad.

Y así, seguimos navegando por la historia de la tecnología, con la esperanza de que algún día nos ofrezca respuestas en lugar de más preguntas. Mientras tanto, nos queda reírnos de nuestra propia ingenuidad y seguir participando en esta tragicomedia moderna.