
En el mundo del desarrollo móvil, donde cada día amanecemos con una nueva aplicación móvil que promete cambiar nuestras vidas, uno podría preguntarse: ¿realmente necesitamos más herramientas para la autoalienación?
La juventud de Latinoamérica y el resto del mundo está más conectada que nunca. Ah, la comunicación en 2024: instantánea, ubicua, y tan superficial como un charco después de la lluvia. ¿O es que alguien cree que los "me gusta" en redes sociales son una forma de comunicación humana genuina?
Mientras tanto, los usuarios de teléfonos móviles, esos zombies modernos, caminan con la mirada fija en sus pantallas, como si de alguna manera el próximo meme o video viral fuera a desbloquear el sentido de la vida. Spoiler: no lo hará.
Hablemos de inteligencia artificial, esa gran esperanza tecnológica que promete hacer nuestras vidas más fáciles. En realidad, ¿no se trata más bien de una excusa para que las grandes empresas sepan qué es lo último que buscan los millennials mientras están en el baño?
Y no olvidemos a los desarrolladores, esos genios anónimos que en su afán de hacer del mundo un lugar 'mejor', crean aplicaciones para todo, desde ordenar comida hasta encontrar el amor verdadero (con un deslizamiento a la derecha, claro está). ¿Es esto el pináculo del desarrollo web? ¿O simplemente otra manera de mantenernos ocupados mientras el planeta se escapa por la ventana?
En países de habla español, donde el acceso a tecnología sigue siendo una carrera cuesta arriba, seguimos importando este modelo de "progreso" digital sin cuestionar sus impactos reales. Quizás, solo quizás, sea hora de preguntarnos si estamos desarrollando tecnología o si la tecnología nos está desarrollando a nosotros.