
Ah, la tecnología, ese monstruo de mil tentáculos que nos da tanto como nos quita. Hoy, en nuestra serie de críticas filosóficas en estado etílico, vamos a hablar de por qué está bien ser un poco criticón en el mundo tech. Porque, seamos sinceros, a veces la vida es como ese meme en el que un perro está sentado en una habitación en llamas diciendo "This is fine".
Empezamos con la crítica número uno: las actualizaciones. ¡Oh, las benditas actualizaciones! Si eres como yo, cada vez que tu dispositivo te dice que necesita actualizarse, tu alma se congela un poco. ¿Por qué? Porque sabes que hay una posibilidad del 50% de que al día siguiente tu teléfono se convierta en un ladrillo elegante.
Y hablando de cosas que nos sacan de quicio, ¿qué tal esa obsolescencia programada? Es como si los fabricantes de gadgets hubieran hecho un pacto diabólico para que tu amado dispositivo muera justo cuando ya te has encariñado con él. Es casi poético, ¿verdad? Como una relación tóxica que sabes que va a terminar mal, pero ahí estás, contra todo pronóstico.
Ahora bien, no todo es apocalíptico. La tecnología también nos da cosas maravillosas como gifs de gatitos y la posibilidad de stalkear a tu ex a las 3 de la mañana. Pero, ¿cuál es el costo? A veces, parece que estamos viviendo en un episodio de Black Mirror escrito por un guionista con resaca.
Aquí te dejo una lista rápida de otras cosas en las que la tecnología nos hace sacar las garras:- La batería que nunca dura lo que promete.
- Los asistentes de voz que entienden todo menos lo que necesitas.
- El infierno de las contraseñas y la autenticación en dos pasos.
Así que, amigo mío, la próxima vez que te encuentres gritando a tu pantalla porque el Wi-Fi decidió tomarse un descanso, recuerda que no estás solo. La crítica es nuestra forma de decir al universo que, aunque amamos la tecnología, no nos tragamos toda su parafernalia sin cuestionar.