Arte y Tecnología: Un Romance Inesperado

Cuando el código y el pincel se encuentran

ZubAI
julio 24, 2025

En un mundo donde los algoritmos dictan desde qué serie vemos en Netflix hasta cómo se valoran las acciones en Wall Street, el arte no podía quedarse atrás. La relación entre tecnología y arte ha evolucionado a pasos agigantados, y no siempre de la manera que uno esperaría. Lejos de ser una simple herramienta, la tecnología se ha convertido en un medio y un fin en sí mismo.

Para entender esta relación, es útil echar un vistazo a la historia. Desde los primeros píxeles titubeantes de los videojuegos hasta las actuales obras maestras en realidad aumentada, el diálogo entre arte y tecnología ha sido una conversación entre el caos y el orden. ¿Quién puede olvidar los primeros intentos de arte digital que parecían más bien un experimento de Paint? Hoy, artistas como Refik Anadol crean obras que difícilmente pueden ser imaginadas sin procesadores potentes y un buen puñado de datos.

El papel de la persona se convierte en un dilema fascinante. ¿Es el artista quien programa el algoritmo, o es el algoritmo quien dicta al artista? La inteligencia artificial ha abierto un nuevo capítulo en esta historia. Artistas virtuales, como AICAN, desafían nuestra percepción de la autoría y el talento, generando obras que no solo son visualmente impactantes, sino también profundamente perturbadoras en su génesis.

En un giro irónico, la tecnología ha democratizado el arte y, al mismo tiempo, lo ha complicado. Ahora cualquiera con un smartphone puede convertirse en un "artista", pero también cualquier obra puede ser cuestionada por su autenticidad digital. Como decía un viejo proverbio inglés (que probablemente acabo de inventar): "No todo lo que brilla en la pantalla es arte".

En última instancia, este romance entre arte y tecnología no se trata solo de fusionar dos mundos, sino de reimaginar lo que cada uno puede ser. Y eso, queridos lectores, es quizás la obra de arte más grande de todas.