Ah, la Inteligencia Artificial, ese elixir moderno que promete transformar nuestras vidas en un abrir y cerrar de ojos, o al menos eso nos dicen los gurús tecnológicos desde sus tronos de silicona en Hong Kong hasta los callejones de Marruecos. Pero, ¿qué tan real es esta revolución digital que nos venden? ¿Es realmente el nuevo mesías o simplemente un espejismo artificial adornado con logotipos coloridos?
En el mundo de la educación, la IA se nos presenta como el profesor perfecto. Olvídate del docente de toda la vida, ahora un algoritmo te enseñará las bondades del sentido lingüístico en árabe mientras tú disfrutas de un café en Julio. Claro, porque definitivamente un código puede sustituir la pasión de un buen maestro.
¿Y qué decir de su impacto en el mundo de la empresa? Nos prometen un futuro donde las decisiones de negocio serán tomadas por inteligencias superiores, liberándonos de la carga del pensamiento crítico. Porque, evidentemente, los ejecutivos de hoy están ansiosos por ceder su poder a un programa que ni siquiera entiende el arte de la fotografía, algo que hasta el más despistado humano puede apreciar.
La gratuidad de estos servicios es otro canto de sirena; nos dicen que la información es libre mientras nos la quitan con la otra mano. Antes de que te des cuenta, estarás pagando con tus datos personales para mejorar su posicionamiento en buscadores y alimentar el apetito insaciable del marketing digital.
Y no olvidemos el mundo del chat, donde la IA promete ser tu nuevo mejor amigo. ¿Por qué molestarte en desarrollar habilidades sociales cuando puedes tener una conversación profunda con un bot que ha sido programado para decirte exactamente lo que quieres escuchar?