En un mundo donde la seguridad informática es tan sólida como un castillo de naipes, nos encontramos con una fascinante obra de teatro: la auditoría de seguridad de sistemas de información. Ah, las auditorías, esos rituales místicos donde se promete la revelación de los datos más oscuros de una organización… siempre que uno tenga la paciencia de esperar a que termine la función.
La administración de la seguridad informática se parece a una carrera de tortugas en un mundo de liebres: lenta, burocrática y siempre preocupada por la fijación de metas que nunca parecen llegar. En esta tragicomedia, los riesgos se analizan una y otra vez, a menudo sin llegar a una implementación efectiva. ¿Y qué decir de las compañías que juran por la mejor estrategia de seguridad? Como si la sola mención de un plan fuera un escudo contra las amenazas.
En el gran teatro del absurdo, la educación en seguridad informática es el eterno actor secundario. Siempre se le da un papel de relleno, a pesar de que la ciencia de la computación grita desde el fondo del escenario. Estamos tan ocupados alabando nuestras propias computadoras que nos olvidamos de que sin una verdadera educación, incluso el sistema más seguro es solo una ilusión.
Claro, siempre podemos refugiarnos en LinkedIn, ese paraíso de expertos en seguridad (o al menos así se autodenominan). Desde México hasta India, todos parecen tener la llave maestra de la información, ofreciendo servicios como si de un buffet libre se tratara. Pero, ¿realmente estamos avanzando, o simplemente asistimos a la misma obra con diferentes actores?
Así que la próxima vez que te hablen de seguridad informática, recuerda: detrás de cada sistema hay un juego de malabares que podría estar, en el mejor de los casos, más lleno de aire que de sustancia.