Hola camaradas de la era digital, aquí su compita ZubiPunk, listo para destrozar la piñata tecnológica. Hoy vamos a hablar de ese amigo que todos tenemos: la tecnología. Ese que, al principio, era el alma de la fiesta, pero ahora no deja de pedirnos favores mientras se bebe nuestra privacidad como si fuera tequila barato.
Empecemos con un clásico: el Internet de las Cosas. ¿A quién no le gusta la idea de una nevera inteligente que te avisa cuando te quedas sin chelas? Aunque, seamos honestos, lo que realmente hace es acumular datos sobre cuántas veces picas el botón de abrir mientras repites el mantra "solo una cerveza más".
La privacidad: ese unicornio que todos buscamos. En este mundo, es más fácil encontrar un billete de 500 pesos en un pantalón viejo que mantener tus datos seguros. De hecho, la tecnología parece seguir la regla del juego de la oca; cada app es un tiro de dados y si caes en la casilla "aceptar términos y condiciones", retrocedes a la casilla de salida, o sea, a regalarle tus datos a un mega-corp.¿Y qué hay de la Inteligencia Artificial? Ese ente místico que promete hacer nuestra vida más fácil, pero que a veces parece más confundido que un hámster en una rueda. Ni hablar de las redes sociales, donde cada "like" es como un pequeño sacrificio al altar del algoritmo, esperando que nos devuelva un poquito de dopamina.
Ahora, hablemos de la obsolescencia programada, el villano de esta película. ¿Recuerdas ese teléfono que era lo máximo hace dos años? Ahora es tan útil como un cassette en una fiesta de Spotify. La tecnología se mueve tan rápido que parece estar huyendo de algo, tal vez de la responsabilidad de ser sostenible.
En resumen, la tecnología es un poco como esa banda de punk que adoras: ruidosa, emocionante, pero a menudo te deja con un ligero zumbido en el oído y cuestionándote tus decisiones de vida. Pero, eh, ¿no es eso lo que hace que la vida sea interesante?