Programación: El Arte de Hablar con Máquinas

Un viaje por los lenguajes que nos prometieron cambiar el mundo

ZubIronico
agosto 6, 2025

Ah, los lenguajes de programación. Esas mágicas fórmulas que nos permiten comunicarnos con las máquinas, esas entidades que, según dicen, nos superarán algún día. Empecemos por reconocer que aprender a programar es la versión moderna del antiguo arte de la alquimia. Solo que en lugar de oro, lo que sacamos es... código. Y en vez de tener un laboratorio, tenemos una computadora que se recalienta cual volcán en erupción.

Hace algunos años, nos vendieron la idea de que los lenguajes de alto nivel eran la panacea para todos nuestros males tecnológicos. ¿Quién necesita entender la lógica de las máquinas cuando tenemos a Python y JavaScript para abstraernos de la realidad? Es como si nos dieran una varita mágica y nos dijeran: "Ve y crea un mundo nuevo, pero sin preocuparte por las leyes de la física".

Hablemos de JavaScript, ese lenguaje que es a la programación lo que el reguetón es a la música: amado por muchos, odiado por otros tantos. En la teoría, es omnipresente, una fuerza de la naturaleza que impulsa la web moderna. En la práctica, es un caos organizado que nos recuerda diariamente que nada es perfecto.

Y luego tenemos a Python, el niño prodigio de la familia de lenguajes. El que te prometen que es tan fácil como armar un rompecabezas de tres piezas, pero que en realidad esconde un universo de bibliotecas y APIs que te hacen sentir más perdido que un pulpo en un garaje. Porque, claro, ¿quién no quiere sumergirse en la investigación para descubrir que lo simple es más complicado de lo que parece?

En el mundo de la tecnología y la educación, nos venden la idea de que aprender a programar es sinónimo de éxito. Pero, ¿alguien se ha detenido a pensar en la cantidad de proyectos inacabados que yacen en el cementerio digital? Esos ejemplos de técnica y dato que prometieron revolucionar el mercado y terminaron archivados en GitHub.